El Día de los Trabajadores desde la particular mirada de “El Chacal de la Trompeta”

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En nuestro largo caminar por las memorias cumbiancheras, una y otra vez nos ha sorprendido la enorme trayectoria y la infinidad de anécdotas que pulsan tras nuestros queridos tatitas cumbiancheros. Pero tal vez el caso más emblemático -en este abrir y cerrar de cajas de pandora musicales y parranderas-, sea el de Leonardo Núñez, el hombre oculto tras la capucha del famoso “Chacal de la Trompeta”.

En el Día Internacional del Trabajo y los Trabajadores, destacamos sus palabras: Lo primero que peleo es la no explotación del músico por el músico, por lo menos que me explote otro, pero que no me venga a explotar un músico y menos un músico extranjero.

Descansando sobre una viga, Charles Ebbest

Descansando sobre una viga, Charles Ebbest

(Des)cubrimos a Leonardo Núñez –el encapuchado más popular de la TV chilena- una fría mañana de abril de 2014. Trompetista y compositor de las Sonoras Los Caribes, Palacios, y de Tommy Rey, de agrupaciones como Los Galos, y creador de canciones hoy clásicas tales como “Cumbia para adormecerte”, este activo sindicalista por la causa de los músicos populares y tropicalones, tuvo la generosidad de relatarnos parte de su historia, fiel reflejo de muchos bemoles, cortes y sostenidos que caracterizan al desprotegido mundo del trabajador chileno.

Por ello, y como adelanto del libro de memorias cumbiancheras que está por salir del horno –y en el que incluimos su testimonio en extenso-, les compartimos aquí algunos sabrosos momentos de su historia musical.

Sus inicios: de la calle a la trompeta tropical

Comenzamos la entrevista preguntándole por qué quiso ser músico y cómo fueron sus comienzos, ante lo cual nos relató:

“Yo quedé huérfano a los 6 años y éramos cuatro hermanos, entonces un hermano pa’ allá, otro hermano pa’ acá, otro hermano pa’ acá, y a mí no me quiso nadie, entonces me internaron. Pero no me gustó el internado y me arranqué, y así viví de los 7 a los 11 años en la calle, 4 años en la calle. Yo llevé a mis hijos a donde dormía en ese tiempo, les dije “mira”, un rincón en el mercado peatonal en Valparaíso, ‘ahí dormía yo con mi perrito’. Yo me crié así, entonces me agarraban pal hogar, me arrancaba, me agarraban, me arrancaba. Y yo me hice músico, no porque me gustara la música, yo me hice músico porque en el hogar a nosotros nos sacaban toda la ropa y nos ponían unas alpargatas con semilla de cáñamo, y unos overoles, y atrás decía escuela de menores, casa de menores. Entonces un día yo miro a unos que andaban con ternito blanco, unas camisitas y pregunté yo, ‘oye, por qué andan esos vestido así’, ‘no, esos son de la banda’, ‘ah, yo me voy a meter a la banda entonces, pa’ no andar vestido así’.  Entonces yo, para no andar vestido así, le dije al profesor, ‘oiga, yo quiero meterme a la banda’, pero no porque me gustara la música, sino porque yo no quería andar vestido así po’, el profesor me dijo, ‘mira, si tú quieres entrar a la banda, yo te voy a meter en la banda, pero no te puedes arrancar, si tú te arrancas ya pierdes todas las facilidades”.

Firme en su objetivo de acceder a la banda del Internado de Niños, empezó a tocar con el instrumento que le pareció más accesible, la caja, pero como era zurdo y le quedaba colgada “tocando para el otro lado”,  el profesor optó por cambiarlo a un instrumento de viento. Comenzó así con la corneta, pariente cercano del instrumento con el que se desempeñaría el resto de su vida. Viendo que podía tocar instrumentos diversos con facilidad, progresivamente Leo Núñez fue intruseando en la trompeta y aprendiendo, a puro ñeque, a tocarla con sabrosura. Esta curiosidad le dio la opción de seguir sus estudios y encontrarse con insospechadas oportunidades laborales tropicalonas:

“… en las tardes yo pescaba y empezaba a estudiar y de a poco encontré que me salía fácil todo. La trompeta es una, pero tiene derivados, una [trompeta] chiquitita que se llama pistón y una más grande que se llama bugle, flugelhorn que le llaman ahora. Yo empecé con la más chiquita y me empezaron a salir las marchas y todo y me quedé en la banda, no me arranqué más po’, empecé a estudiar y cuando tenía 15 años preguntan, ‘¿quién se quiere ir a la escuela de músicos de los militares?’ ‘Yo po’, y me voy pa’ Santiago a la Escuela de Músicos Militares, ahí en Antonio Varas que ahora es Escuela de Telecomunicaciones, pero dentro estaba la Escuela de Músicos Militares y a los 17 años, salí de cabo músico. Pero no me gustó el ejército a mí, yo era medio desordenado, entonces como fui una de las primeras calificaciones, los cinco primeros podían elegir dónde irse, yo me saqué el tercer puesto, entonces yo elegí San Felipe, y me fui a San Felipe, pero qué, duré menos del año. Y nos tocó la Parada Militar aquí en Santiago. En Santiago se desfila el 19 pero empieza como el 14, 15 la cosa, y en los descansos me hice amigo de alguien y me dice, ‘oye, hay una orquesta en que necesitan un trompeta, se les fue un trompeta, es una orquesta conocida, Los Caribes’, ‘ah ya’, y fui, me presenté y me hicieron tocar, ‘ya listo, sí, sirve’, ‘ya po’’. No se me olvida nunca el primer tema, porque a la semana tocó grabaciones, que tuve que ir a grabar, se llama “Bilongo”, pero todos le dicen “La negra Tomasa”. Ese fue el primer tema que toqué yo con Los Caribes y por el otro lado grabamos un bolero, un tango tirado así a bolero, que se llamaba “Las cuarenta”, con el pucho de la vida apretado entre los labios, la mirada turbia y fría, un poco lento el andar [cantando]. Es un tango que lo hicimos nosotros como cha cha chá. Bueno, eso fue lo primero que grabé yo en mi vida, primera vez que me metí a un estudio de grabación.”

Su entrada a Los Caribes marca un hito en su vida de músico obrero de la música popular, siendo el más chico del lote, situación que lo ayudó a aprender rápido y a moverse con oficio y viveza. Desde entonces ha sido parte de varias agrupaciones, dejando su peculiar sello en cada una de ellas.

Leo Nuñez y su trompeta

Leo Nuñez y su trompeta. Fuente: https://www.facebook.com/leo.nunez.562

El gran anónimo

Leo Núñez se define como “el gran anónimo” aludiendo a la figura del músico de oficio que puede acompañar a grandes estrellas de la canción, a artistas locales de menor fama, y ser uno más en las orquestas que hacen bailar, sentir y enamorar a públicos barriales, bohemios y televisivos. Sin embargo, este “gran anónimo” ha sido el responsable de los arreglos de los bronces de las orquestas en que ha participado, ha compuesto canciones que se han popularizado más allá de su propia figura, y se ha desempeñado con soltura y sabor en diversos espacios musicales. Así, entre su largo currículo tropicalón, destaca el haber sido parte de los primeros pasos dados por la hoy legendaria Sonora Palacios, donde además de grabar una de las trompetas del primer LP de esta sonora, Explosión en cumbias (Philips 1964[i]), registró su primera composición “Cumbia para adormecerte” con la voz de Tommy Rey.

Lejos de un proyecto planificado, la trayectoria de Leo Núñez ha transitado entre casualidades y decisiones tomadas con fina intuición, como es el caso de su entrada a la hoy emblemática Sonora Palacios. En su momento no era más que un grupo de jóvenes sin mayor reconocimiento en la escena tropical local, pero resolvía lo básico para un músico tropical de oficio: el acceso a un mejor salario. Sobre esto nos relató:

“Yo me fui de Los Caribes a la Sonora Palacios. Yo tocaba en el Pollo Dorado con Los Caribes, el Pollo Dorado quedaba en Agustinas con el Paseo Ahumada, era un subterráneo, era una cosa pa’ turistas, como lo que es ahora Los Adobes de Argomedo. El show era Carlos Helo, Silvia Infante y Los Cóndores y Los Caribes. Y ahí yo tocaba ahí hasta las 12 de la noche y después me iba a tocar con los Palacios a El Mundo porque cerraban el Pollo Dorado. Al dueño de la boîte El Mundo, que era don Mario Zimmerman, que después tuvo una tienda de uniformes, le gustaba cuando tocábamos la Sonora porque se juntaba mucha gente de la noche ahí, llegaban ahí todos y les gustaba la Sonora porque éramos puros muchachitos nomás, entonces me dice don Zimmerman, ‘oye, ¿tú no podí’ tocar a las 10 de la noche aquí? Porque yo quiero que empiece la Sonora a tocar temprano’, porque ellos tocaban desde las 10 hasta las 12 de la noche con violines y cuando llegaba yo, armábamos la Sonora, entonces le respondí: ‘sí, yo creo, podría ser, pero es que yo estoy tocando allá con Los Caribes’, ‘pero ¿cuánto ganai’ allá?’ Y yo le digo, plata de ahora, por ejemplo, ‘yo gano 30 mil pesos diarios’, ‘ya, yo te doy 60, pero te vení’ pa’ acá’, yo recién casado, ‘ya po’’. Entonces le dije a Los Caribes, ‘me voy’, y me dice Quiroga, ‘cómo te vai’ a ir a tocar con esos compadres que son más desordenados los cabros chicos’. Yo estaba con una orquesta popular y me fui a tocar con los chanchitos verdes ahí, ¿me entiende? Yo lo miraba por la plata. Y me fui a tocar con la Sonora Palacios.”

 Músico bohemio, trabajador y sindicalista

Cual caja de pandora, Leo Núñez, fue develando algunas de las sabrosonas intimidades bohemias de años cincuenta y sesenta, cuando las cortinas de los locales no se bajaban ni para hacer el aseo. Entre incontables anécdotas, nos habló de las filóricas, de la música que se tocaba en ellas y de las orquestas más solicitadas:

“En el tiempo de las orquestas se hacían las famosas filóricas. Las filóricas se hacían los días domingos, de las 2 de la tarde hasta las 10 de la noche, porque había mucha gente que no salía en la noche, mucha cabrería había en la filórica, se hacía allá en Santa Rosa, se llamaba el Sindicato de Peluqueros y era grande, cobraban la pura entrada y las orquestas ganaban lo de la puerta nomás, y adentro el consumo era para otras personas. En esa época, era rock and roll, había que tocar tropical y rock and roll, a las orquestas si no tocaban rock and roll, no las contrataban, y Los Caribes, Los Peniques, la Huambaly, todas tocaron rock and roll, pero la Huambaly tocaba cosas de Glenn Miller, más finitos eran.”

Otro de los lugares fundamentales de trabajo para los músicos tropicales de estos tiempos eran los prostíbulos. Bien entrados en la conversa, nos fue contando sobre las pícaras pero productivas noches en el famoso prostíbulo santiaguino La Carlina:

“Y ahí tocábamos nosotros con Los Caribes también, terminábamos de tocar en El Fogón, en El Bodegón en Moneda con Bandera, ahí en el subterráneo, tocábamos ahí hasta las 12 de la noche, y después nos íbamos a tocar a la Carlina, hasta las 5 de la mañana. Y la Carlina contrataba a las mejores orquestas, porque pagaba bien, porque además no cualquiera iba a la Carlina porque una botella de ron podía costar 80 o 100 lucas. Entonces su público era muy selecto y sus colitas eran muy finos. Era un tiempo en que era muy normal, a los músicos no les daba vergüenza tocar en prostíbulos.”

Leo Núñez ha sido de esos músicos activos, que se han desenvuelto en el oficio, buscando instancias de organización para proteger sus derechos laborales y pelear por las injusticias y abusos a los que se ven expuestos, por parte de dueños de locales, directores de sellos de grabación, e incluso por parte de otros músicos. En la entrevista el trompetista reflexionó sobre antiguo Sindicato Profesional Orquesta, el famoso SIPO, y la búsqueda de su refundación en el actual SINAMUARCHI:

“Antes nosotros teníamos un Sindicato muy fuerte, el SIPO, Sindicato Profesional Orquestal […] el Sindicato empezó a decaer, ya que a la nueva generación de músicos no les interesaba. Pero antes el Sindicato era tan fuerte que a los músicos les descontaban el uno y medio por ciento por planillas en la televisión y todos los músicos íbamos a pagar nuestras cuotas y con eso teníamos derecho a todo. Pero el ‘73 nos mataron con el Golpe de Estado, ¡pa! Se murió la ley 17.439, que era la que teníamos de previsión, nos mataron, nos quedamos sin una previsión que venía como del cuarenta. Pero ¿quiere que le cuente?, ese Sindicato todavía existe, el SIPO, y es un solo hombre, un solo compadre, que la maneja y no hay cómo sacarlo. Nosotros para sacarlo tendríamos que hacernos socios, y desde el Sindicato, por mayoría llamar a elecciones, y es un tremendo lío, entonces formamos esto: Sindicato Nacional de Músicos y Artistas de Chile, SINAMUARCHI, junto con Pato Salazar, con Leo Soto, con Pepe Ureta, porque queremos terminar con tanto abuso que hay hacia los músicos. El problema es que ahora lo único que les interesa es tocar y su cerveza ahí, pero no les interesa más, vienen los grupos de afuera, imagínese, ¿usted sabe que no pagó impuestos Paul McCartney? No po’, porque entró por un proyecto cultural. Lo meten como una cosa cultural y no comercial y no pagan impuestos, no le pagan al Sindicato, nosotros donde vamos, yo tengo mi pasaporte ahí, fui a Perú un día, 125 dólares tuve que pagar por un show y tuve que sacar visa. Y aquí los peruanos entran y salen como Pedro por su casa […] Lo primero que peleo es la no explotación del músico por el músico, por lo menos que me explote otro, pero que no me venga a explotar un músico y menos un músico extranjero. […] Para los dieciocho hay fonderos que un año lo contratan a usted, no le pagan o le pagan sólo la mitad, y al otro año hacen lo mismo. Entonces llevan 10 años estafando a los músicos, pero igual siempre tienen orquesta. Pero si estamos unidos, nadie trabaja con la Bertita porque no paga o paga la mitad. Nosotros le hicimos la huelga a la Radio Portales, porque no le quería pagar a los músicos. El 1966, con Mario Oteiza a la cabeza y sabe la huelga sencilla que le hicimos, nos fuimos a los pasillos a meter bulla, no lo dejamos salir al aire, porque le teníamos una bulla, ¡uh!”

"Vota 7" SCD, Campaña de Leo Núñez para la Sociedad del Derecho de Autor. Fuente: https://www.facebook.com/leo.nunez.562

«Vota 7» SCD, Campaña de Leo Núñez para la Sociedad del Derecho de Autor. Fuente: https://www.facebook.com/leo.nunez.562

La memoria de don Leo deja asomar a ratos las páginas de textos crudos y bohemios, tales como “El río” de Alfredo Gómez o “Chicago Chico” de Armando Méndez Carrasco. Sin embargo, ni su humor ni su crudeza hacen que pierda su perspectiva sobre el papel y los derechos de los cultores populares y cumbiancheros.

Esta nota quiere ser un sencillo y cumbianchero homenaje a los músicos chilenos en el día Internacional del Trabajo y los Trabajadores. Las historias brevemente reseñadas en esta nota, son solamente una pequeña muestra de su larga e intensa vida como trabajador tropical. Su testimonio en extenso, es parte imprescindible de nuestro proyecto editorial, ad portas de encontrarse con tiesos y cumbiancheros.

 

* Reseña escrita en base a la entrevista realizada a Leonardo Núñez, por la Colectiva, el 24 de abril de 2014, en Santiago, Chile.

Nota publicada: 1 de mayo 2015

Nota actualizada: 27 de mayo 2015

 


[i] Los discos Philips no tienen impreso el año de grabación en sus etiquetas, por lo que diversas fuentes le asignan distintos años al primer LP de la Sonora Palacios. Sin embargo, por el carácter testimonial de esta investigación consideramos como fecha de edición de este disco la que le asigna la Sonora Palacios en la discografía reseñada en su sitio web.